El terremoto, y sus secuelas.
Ecuador ha tenido que enfrentar una de las crisis más grandes de los últimos 20 años, ya han pasado tres meses desde el terremoto que dejó centenares de muertos y miles de personas heridas, además de dejar sin hogar a quienes lo perdieron todo. Ecuador se levantó de forma solidaria enviando donaciones principalmente al sitio de la tragedia, equipos de rescate, equipos médicos, psicólogos, y también personas naturales que prestaron su ayuda a quienes más lo necesitaban, muchos países se solidarizaron e hicieron llegar su ayuda a nuestro país, fueron minutos de horror, desgarradoras escenas en medio de la oscuridad, muerte, miedo, tristeza, dolor, nuestro pueblo vivía una de las más dolorosas pérdidas, la vida.
En medio de tanto dolor, había esperanza, muchos por encontrar a sus seres queridos, otros que sin conocerse luchaban por rescatar a quienes aún estaban bajo los escombros, héroes que llegaban acompañados por la especie más fiel de la naturaleza, perros rescatistas, que no descansaban hasta lograr el objetivo. Nuestro país vivió uno de los momentos más difíciles, y duros que cualquier persona podía vivir. Renacer desde de los escombros, adaptarse a esta nueva etapa, porque hasta el día de hoy las réplicas siguen sembrando el miedo y temor de quienes se aferran a la esperanza de un futuro mejor. Muchos agradecen por su vida, por encontrarse a salvo de la muerte, hay tantos que no se lamentan por sus pérdidas materiales, ya que la vida es algo invaluable. El panorama es doloroso, pero la lucha continúa.
El país ha sufrido las consecuencias del terremoto, muchos llenos de solidaridad prestan su ayuda para contribuir de alguna forma con las personas afectadas, pero a pesar de todo esto, llena de indignación el hecho de que hay muchos que no piensan en el prójimo, sino en ellos mismos, y esto no solo hablando de los robos ocurridos durante los envíos de las donaciones situación que causa enfado, sino también de aquellos que usan el poder y la política como medio de enriquecimiento, es triste que en medio de tanto dolor se note tanto el egoísmo, como si fuera poco perderlo todo.
Nuestro pueblo demostró que es solidario, y el mundo fue testigo de ello. Esperemos que esa solidaridad no se acabe nunca, y que no tenga que ocurrir una catástrofe para demostrar generosidad con las personas. Cada uno estamos para transformar esa triste realidad plagada por el egoísmo, demostrando amor, generosidad, tolerancia, porque a pesar de ser diferentes, nuestra condición humana es la misma, todos vivimos y moriremos también, que no nos separen las desigualdades, aprendamos a amar, desde nuestro hogar, para que ese amor sea propagado a todas las personas, nuestro mundo necesita amor, y para ello no se necesita ser rico.
Una de las características del ser humano es la adaptabilidad, esa capacidad que nos permite seguir adelante a pesar de las circunstancias, si bien es cierto, es que en nuestro país hay personas valientes y fuertes que dan ejemplo a quienes a pesar de tener lo necesario, viven inconformes con todo, necesitamos aprender de aquellos que disfrutan de lo simple de la vida, y esa simplicidad es la que encierra los valores y sentimientos más hermosos del ser humano. Amar la vida, la naturaleza, la noche, el día, la lluvia, el sol, el calor, el frío. Somos capaces de adaptarnos a cualquier situación, pero esta capacidad está relacionada con el comportamiento, el cual debe ser modificado para ajustarse al medio, no es conformismo, es el querer progresar en medio de la aflicción.
Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención, es que muchas personas luego del terremoto han sufrido daños psicológicos, muchos tienen problemas para dormir, para desempeñar tareas en las que intervenga áreas cognitivas, están sujetos al miedo y por ello temen salir, en fin, mentalmente están muy afectados y también su estado anímico está en decadencia. Mediante las donaciones muchas personas enviaban mensajes de ánimo y apoyo, principalmente quienes por diversas situaciones no podían estar presentes en el sitio de la tragedia, también las redes sociales sirvieron de canal para aquellos que desde diversas partes del mundo y del país hacían llegar textos que expresaban solidaridad y amor.
El dolor aún está presente, acompañado de resignación, pero también esperanza. Muchas personas quedaron totalmente solas, otras experimentaban nuevas oportunidades de vida, muchos aún recuerdan la dolora fecha con tristeza, pero con más ganas de vivir. Calles, casas, edificios, parques, escuelas, quedaron totalmente destruidas, se inició el proceso de reconstrucción pero éste tomará varios años, muchos han tenido que migrar hacia otras ciudades del país para poder subsistir, como es el caso de una pareja de manabitas oriundos de la ciudad de Muisne que migraron hacia Tulcán provincia norteña del Carchi, para iniciar una nueva vida, por supuesto la generosidad y solidaridad estaría presente por mano de autoridades y demás personas que lograron ubicarlos en un mercado de la zona, donde ellos preparan encebollados y comida manabita como medio de trabajo, la esperanza surge de en medio de los escombros.
La generosidad y la solidaridad debe estar siempre presente, nuestro país ha demostrado el gran corazón que tiene, seamos ejemplo para quienes han tomado el camino de la corrupción y de la maldad, los buenos somos más, y cada día debemos dar fe de ello. Nuestro mundo ha tenido que vivir duras realidades marcadas por el terror, eventos terroristas, personas que matan a otras solo por sus diferencias, por egoísmo, por maldad. Personas que son iguales como tú o como yo, que tienen peces y los alimentan, que tienen familias y las cuidan, pero que son capaces de lastimar a otros solo por defender sus convicciones. Una triste realidad que llena de asombro y dolor, luchemos contra eso, contra las diferencias, contra el odio, contra las mentiras, contras las injusticias, enseñemos a amar y a respetarnos entre todos, que sea la esperanza nuestro mejor traje, ayudemos a los demás, y a nosotros mismos, sí podemos hacer un mundo mejor.
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